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Hasta Colonia Suiza (caminando)

  • misdiariosdeviaje
  • 21 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

Nunca había ido a Colonia Suiza en las afueras de Bariloche. Salí esa mañana con ganas de tomarme el colectivo que llega hasta los kilómetros de la Av. Bustillo hasta cruce y de allí caminar. Un error de cálculo dio inicio a una aventura inolvidable.

Casi 13km me separaban del lugar de llegaba, puse mis pies adelante del camino y empecé a recorrer la banquina del circuito chico. Comencé desde el Puerto Pañuelos frente al hotel Llao Llao. Paso a paso fui llegando a la villa Golf y seguí camino pasando por la entrada del sendero que baja al Lago Moreno pero pase de largo. Mi objetivo estaba lejos.


Los kilómetros empezaban a pasar entre el frondoso bosque cordillerano. Algún que otro auto pasaba por al lado y hasta una pareja en bicicleta que no podía afrontar las subidas de la ruta. Tranquilo iba con música en los oídos de a ratos y otras veces escuchando el silencio. Pase por la entrada de los senderos de Villa Tacul y del lago Escondido pero no me detuve.


Mi primer momento de sorpresa fue el de encontrar entre los árboles una veta que dejaba ver un gran pozo de agua. Algunos turistas se lanzaban al agua desde una pendiente y me dedique a fotografiar lo poco que se veía desde la altura. El lago Escondido hacia honor a su nombre.

Mis pies seguían incansables y se toparon con el arrollo La Angostura junto a una hermosa vista del lago al costado del hotel de luz y fuerza. Fue mirar el paisaje y seguir. Algunas fotos y llenar la cuenca de mis ojos para continuar. La meta seguía lejos.

La botella vacía y la sed se empezaron a hacer sentir por el calor que empezaba a rebotar el asfalto. Como si fuera un acto de algún dios o duende el bosque, el camino me brindo lo que necesitaba. Sobre la ruta, alguien había escrito “Agua – Water” indicando a una cascada de agua limpia que bajaba de la montaña. Corrí a mojarme y recargar mi botella para seguir camino.

El empuje de la cascadita me vino bien para recorrer los últimos kilómetros. Llegar al arroyo López (entrada al camino de 3km a Colonia Suiza) fue otro gran empujón. Me refresqué y me adentré en el desvío al pueblo. Empecé a cruzar una zona de plantaciones y praderas libres para el pastoreo de ovejas. Un cóndor sobrevoló mi cabeza y sentí, en aquella soledad, que estaba en el lugar correcto, en el momento correcto.

Mi entrada a Colonia Suiza fue triunfal, eufórico recorrí sus calles y baje a la playa a descansar. Después de disfrutar del sol y el agua, subí al pueblito a probar alguna de las delicias gastronómicas que ofrecía. Me contente con un licuado de frutilla natural y un panqueque con dulce de leche frente a una bandera suiza que flameaba amistosamente.

El horario de vuelta se me hizo largo y la caída del sol me persuadió de que debía tomar uno de los últimos colectivos que iban al centro de Bariloche. Muy a mi gusto, la parada estaba frente a la cervecería Berlina. Típica de la zona por su estilo. Con la melodía de un Bob Marley del bosque espere el bus. Mi satisfacción en la vuelta se completo al pasar al atardecer por uno de los puntos panorámicos más visitados donde la puesta de sol se veía de manera imponente.

Llegué a Bariloche de noche y descanse en el calor de la casa de mis primos donde me esperaban con la comida y la ducha preparadas.

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El viajero anónimo

Hola soy Pablo y disfruto de andar viajando camuflado entre los demás, sin llamar la atención y retratando lo mejor de cada momento!

 

 

 

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