Cómo entrar a Perú sin morir en el intento [Frontera Arica-Tacna]
- misdiariosdeviaje
- 20 may 2018
- 4 Min. de lectura
Lunes 15 de Enero, 2018
(Iquique, Chile)
Me levanté y escape de aquel antro. No había dormido para nada bien. Me fui a desayunar a la playa antes de ir a la estación de Turbus para tomar mi bus a Arica. Me esperaba un día largo y tenía que empezar a moverme.
Llegué a la terminal para tomar mi colectivo y me desayuné con la desagradable noticia de que el servicio estaba demorado en la Ruta 5 Norte por un corte. La opción era devolución del boleto y buscar algo en la otra estación o esperar 3hs allí a que llegue.

Opté por la primera opción y salí con el reembolso del pasaje rombo al “Rodoviario de Iquique”. Allí conseguí para las 14hs, esperé y abordé rumbo a Arica con el estómago lleno de nervios. La fama del cruce Arica-Tacna no era la mejor. Rumores de contrabando de drogas y personas era todo lo que había escuchado en las calles de Chile.
La ruta se desplegaba entre las dunas, valles y quebradas del desierto de Atacama. Mi cabeza pensaba en que tendría que parar a dormir en Arica o en Tacna y que no podría llegar a Arequipa ese día. Los nervios seguían y el Pacífico aparecía de vuelta para darme confianza. La caída del sol sobre el famoso morro de Arica era un espectáculo que no pude saborear.

Llegué a Arica un poco maltrecho. Bajé mi equipaje del bus y como en un laberinto vertiginoso estaba arriba de otro micro rumbo a Tacna sin mi DNI. Entré en pánico.
Al bajar del primer bus, pregunté cómo llegar a Tacna y me indicaron que debía abordarlo en la terminal internacional que se encontraba al lado de la terminal en que estaba. Caminé, corrí. Las últimas luces del sol de Arica me marcaban el camino. Una vez en la terminal internacional me subí casi sin pensar en el primer bus que vi. Un hombrecito gordo gritaba el destino a Tacna. Deje mi equipaje y antes de subir me pidió el DNI, se lo entregué y me fui a sentar. El bus arrancó y empezó a encarar la salida.
Mi corazón se empezó a acelerar ¿A donde íbamos? Me faltaba el DNI y el bus parecía encarar hacia la ruta. Miré a mi compañera de asiento y pregunté si también había entregado el DNI, me dijo que sí. El micro seguía su paso firme hacia la ruta. Me levanté, en momentos así es mejor no dudar. Corrí hasta el chofer y le exigí que me devuelvan el documento sino no iba a seguir viaje. Empezó la discusión. Bajamos a los gritos, me hizo sacar el equipaje y me llevó a un cuarto en donde se encontraba el gordito. Entramos en una oficina y mi panorama se aclaró.
Mientras le repetía que era argentino y que no tenía idea como era aquel extraño procedimiento, el gordito me decía que la razón del secuestro del DNI eran los trámites de migraciones. Efectivamente del otro lado del mostrador un oficial de carabineros estaba cargando en el sistema la pila de documentos personales de todos los pasajeros del bus. Me calmé un poco y volví para cargar mi mochila al micro.
Una vez sentado comprendí el procedimiento. Todo parecía muy extraño, pero finalmente el bus esperaba al gordito que volviera de la oficina de migraciones con los documentos en la salida de la terminal. Finalmente me devolvieron el DNI, pagué los CHP 2.000 del pasaje y traté de calmarme. En unas horas estaría cruzando una nueva frontera y conociendo un nuevo país.
Pasamos el control fronterizo de entrada al Perú con la sonrisa resplandeciente de la oficial de migraciones peruana: “Bienvenido al Perú”. Atrasé mi reloj antes de volver a subir, de las 21 pasé a las 19.

Llegamos a Tacna por la noche y nuevamente los nervios. Lo que veía por la ventanilla me espantaba. Bajé de en la estación internacional y fui a cambiar algo de plata para poder tomar un nuevo bus rumbo a Arequipa. Consulté a la que estaba frente a la casa de cambios dónde podía conseguir pasajes. Me dio las indicaciones y me advirtió que no hable con nadie que no sea de una agencia de buses porque era muy peligroso. Nuevamente asustado, caminé con paso seguro y firme para llegar a la terminal nacional.
Esquivando a ofertantes de transporte a Cusco, Arequipa, Lima, etc. pude llegar a la ventanilla de la empresa Flores. Conseguí pasaje por 20 soles. Cuando iba a abordar una oficial me pidió el famoso “derecho terminal” que te cobran también en Bolivia. En ese interín parece que el bus se fue. La vendedora de la empresa me indicó que debía cruzar la calle y abordar desde la terminal propia de Flores, no sin antes pedir disculpas.
Otra vez la incertidumbre, busqué el micro entre cientos de personas. Lo encontré bajo el cartel Managua en vez de Arequipa. Era el bus correcto. Despaché mi equipaje y me puse en la fila para subir. Con una planilla iban confirmando cada pasajero y al lado un hombre con gorra de la CIA filmaba a cada uno de los pasajeros. Una vez sentado arriba pude ver que la cámara estaba apagada. Una farsa.
El viaje de noche fue una nueva tortura con una película brasilera vieja con mal audio que no me dejaba dormir. Llegué por fin a Arequipa con el cuerpo molido cerca de las 3AM. Tomé un taxi dentro de la terminal y salimos con el taxista a buscar hostel por el centro de la ciudad. El calor de Iquique se había transformado en un frio helado. Yo llegaba con short de futbol y camperita liviana.

Después de recorrer y recibir la negativa en varios lugares, encontré un hotel de 4 estrellas por 100 soles. Siendo las 3 y media no había mucha opción. Tomé la habitación y caí rendido no sin antes prender el Wi-Fi. No podía creer lo que acababa de vivir. Estaba en Perú. Acostado con la luz apagada, sonreí.
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