Ruta 5 Norte a Iquique
- misdiariosdeviaje
- 25 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Sábado 13 de Enero, 2018
(Ruta 5 a Iquique, Chile)
Me levante antes que suene el despertador a las 8AM. Desayuné y salí para la terminal de buses de Valpo. Camine las callecitas a paso acelerado para evitar encontrarme con algún malandrín. Baje por uno de los elevadores. Todo tenía el triste sabor de la última vez. Tomé “la micro” 502 a la terminal. Entré a paso veloz y el bus de Turbus ya me estaba esperando. En solo cuestión de minutos dejé atrás una de las ciudades más bellas que conocí.

El bus salió a la ruta, no sin antes pasar por Viña del Mar, La Alemana y otro pueblo más que no recuerdo el nombre. En la segunda parad, a un viejo subió reclamando mi lugar. Ante la confusión le otorgaron el asiento 18. En el ínterin un joven reclamo lo mismo y lo mandaron adelante. Así que me pude quedar con mi falso asiento 47 con ventanilla (el mío era el 46).
La ruta arranco verde con valles y arboles altos. Pero a medida que fuimos avanzando por la Ruta 5 Norte, las matas de pasto empezaron a salpicar los cerros acompañados de algún que otro cactus.
Por la izquierda apareció el mar, fiel compañero de viaje. Bañando playas y mojando rocas. Dos pueblos costeros me maravillaron: Pichicuy y los Molles. Luego las playas de arena se hicieron escazas perdiendo terreno ante graves acantilados.

Pude conocer desde mi ventanilla algo de Coquimbo y me pareció hermoso a esa hora de la tarde. El típico pueblo de pescadores con sus barcos en el muelle, sus obreros volviendo de las faenas, las casas arrumbadas sobre un cerro y una cruz de cemento que vigilaba a los habitantes. Sobre una cuesta lo que parecía ser una mezquita. De La Serena no pude ver mucho pero me pareció una ciudad costera un poco más turística que Coquimbo.

En un momento la ruta giró y nos olvidamos del Pacífico. Las yermas planicies secas lograron ser puestas en valor gracias a los parques eólicos con sus molinos de viento tan imponentes. El único resquicio verde fue en el cruce con el rio Limarí.
Pase por Vallenar, un pueblo pobre en el medio de la nada. Ignoro de qué vive toda esa gente. Un perro flaco bosteza junto a un tacho de basura. Un niño corre descalzo sin rumbo. Una goma de camión pinchada se derrite bajo el sol. Las casas de madera o chapa expresan el abandono eterno del norte de Chile ¿Qué tan distinto hubiera sido si el cobre se hubiera mantenido nacionalizado?
Bien tarde llegamos a Copiapó en donde el bus se llenó de un gran contingente de pasajeros con destino final a Iquique. Ya faltaba menos. Un hombre, Mario, se sentó a mi lado. Luego, la noche.
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