Mirador de Yanahuara [Arequipa - Perú]
- misdiariosdeviaje
- 3 jun 2018
- 2 Min. de lectura
Miércoles 17 de Enero, 2018
(Yanahuara, Perú)
Me levanté, desayuné más suntuoso que ayer. Hice mi check out y dejé la mochila en el hotel para recorrer la ciudad libre de peso. Realmente dormí excelente, el único problema fue que la ducha estaba helada. Una vez saldadas mis cuentas, tomé un taxi a mi destino del día: Yanahuara.

Había escuchado mucho del lugar, se decía que era un mirador con frases que aludían a la independencia peruana. Después de algunas vueltas sobre el pequeño auto japonés que servía de taxi, llegué al sitio.

La pequeña plaza de armas era realmente hermosa. Con el típico estilo colonial, cuadrada, estaba rodeada por un pequeño cabildo y una iglesia a cada lado. En la proa de la plaza, casi como un galeón antiguo, se veían una serie de arcos que daban a una abrupta caída del terreno. A sus pies se extendía la ciudad blanca de Arequipa.

La poesía de sus arcos realza el valor histórico de la plaza. Pasé la tarde recolectando cada una de esas frases en mi Diario de Viaje. De los IX arcos las que más me inspiraron personalmente fueron dos:
(Arco VII)
Ciudad con fisiología de semilla
Pues donde cae un desacierto
Brota enseguida una Revolución.
(Alberto Hidalgo)
(Arco VIII)
Aquí se hicieron los cañones del metal de las campanas
Para encauzar los desbordes de lavas republicanas
(César Rodríguez)
Me quedé toda la mañana sacando fotos, escribiendo, descansando la mente. Las vistas de ese lugar tenían una mística especial. El volcán no se dejaba ver pero su presencia se sentía detrás de las nubes.

Volví en un taxi y dejé correr el día hasta la hora de tomar el bus a Cusco. Almorcé en un pequeño patio dentro del hotel hasta que la lluvia me obligó a refugiarme dentro del living. En el Wayra fueron muy amables, me dejaron mirar TV, usar el Wi-Fi y hasta usar el baño.

La hora se acercaba, salí a buscar un taxi y con la ayuda del recepcionista del hotel lo conseguí mas barato hasta la terminal terrestre de Arequipa. Llegué a las 19:30 pero no me dejaron llegar a las rampas hasta las 20hs. Pagué el derecho terminal y pude pasar antes de que llegara el bus. Afuera había tremenda tormenta. Pegado a la pared de la terminal pude zafar de las gotas.

Cuando me dispuse a dejar mi equipaje me enteré que debía ser registrado en la oficina de la empresa Carhuamayo. Corriendo pude etiquetar mi mochila y volver a tiempo para abordar. Subí y me senté en el asiento 3. A mi lado una charlatana señora que se durmió apenas salió el bus.
Preocupado por el estado del bus y la fama que tenía el camino de subida al Cusco, le recé a cualquier santo o dios pagano que el chofer fuera lo suficiente capaz de manejar ese cascajo viejo.
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