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Una Viña en el Mar [Valparaíso, Chile]

  • misdiariosdeviaje
  • 7 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Jueves 11 de Enero, 2018

(Valparaíso, Chile)


Me levanté en Valpo, día nublado en la bahía. El plan es ir a las playas de Viña del Mar por la tarde. Renuevo mi estadía y salgo a buscar cambio (600CLPx1USD). Bajé del Cerro Concepción por las callejuelas y llegué a la plaza del centro. Allí encontré billetes nuevos para seguir viaje. Después me asomé a conocer el puerto desde donde salen lanchas a conocer la bahía y en donde hay un pequeño mercado de artesanos. Me fui de allí con una bandera de Chile para mi colección (3800CLP).

Aproveché la mañana caminando por la avenida que orilla las vías del tren con los cerros edificados de un lado y el rumor del Pacifico por el otro. Llegué al centro político y comercial de Valparaíso caminando con Ana Tijoux sonando en mis oídos para poder empaparme del sentir de los chilenos. Delante de mí pasaban los colectivos cargados, los autos rumiantes, los buscadores de fortuna, los borrachos y las putas. De a poco empezaba a entender Chile.

Me tomé un elevador y me senté a escribir algunas de estas líneas con la bahía de fondo. Desde la altura del mirador del Pasaje Atkinson se veían los barcos mercantes y los de la armada. Las gaviotas eran el instrumento que complementaba la guitarra de un cantor improvisado. Los gatos y los perros andaban a las corridas. Definitivamente el entorno sobre-estimulaba los sentidos para escribir.

Volví al hostel para almorzar un sanguche de jamón y tomate. Me acosté una hora y salí para Viña del Mar. Tomé el colectivo 602 que bordea la costa del Pacifico antes de dar una vuelta rebuscada para entrar a la ciudad balnearia por la Av. Libertad. Bajé en la recomendada 14 Norte y me hice una visita al shopping antes de bajar al mar. Salí con dos libros “Mi País Imaginado” de Isabel Allende y “El Ultimo Tango de Salvador Allende” de Roberto Ampuero.


Bajé por fin a la playa con una generosa ensalada de frutas. La caída exabrupta del continente sobre el Pacífico se reproduce en las costas de Viña del Mar. Casi como en un escalón, las playas son bien chicas y en pendiente. El oleaje brusco golpea con todas sus fuerzas. La línea de arena mojada y seca se delimitaba por un cordón de aguavivas.

Por primera vez, y a pesar de ya haber estado en Chile, mojé mis pies en el Océano Pacífico. Uno de mis objetivos en la vida estaba cumplido. Por primera vez, también, me sentí de vacaciones. Me dejé caer en la arena y me puse a leer una de mis nuevas adquisiciones.

El sol empezó a caer y empecé a preparar el regreso. Antes dediqué un buen rato a retratar el atardecer con mi cámara para irme satisfecho. Tomé el mismo colectivo de regreso a “Aduana” pero baje un tantito antes para tomar el elevador de Av. Montt al Cerro Concepción.

***

Cerca de las 22hs salí a herrar por ahí buscando un lugar para comer. Los precios me parecían una locura así que resignado emprendí la vuelta al hostel preocupado por el hambre que me gritaba adentro. Un Café con Gracia me llamó la atención con una música que emanaba desde su interior. Una melodía conocida me arrimó a la ventana desde donde pude ver una pareja bailando un tango. Sin pensar más entré por un sándwich y una cerveza entre los aplausos a la pieza terminada.

Jamón serrano, rúcula y un pan recién tostado con semillas fue acompañado por una Estrella de Barcelona y el trío Trejeitos que traía su música desde Minas Gerais. Dos guitarras y la dulce voz de una brasilera cambiaron mi noche por completo.


Endulzado con aquellos acordes de guitarras y vocales me fui a dormir sintiendo que me despedía de Valparaíso de la mejor manera.

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El viajero anónimo

Hola soy Pablo y disfruto de andar viajando camuflado entre los demás, sin llamar la atención y retratando lo mejor de cada momento!

 

 

 

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